Porque, al fin y al cabo... no se puede negar la evidencia.
viernes, 30 de septiembre de 2011
jueves, 1 de septiembre de 2011
17 años.
Tengo pocos recuerdos antes de los cuatro años, es más, solo tengo dos, uno de ellos es mi primer día en el colegio y el otro eras tú... recuerdo que había abierto la puerta para ver a mi abuela y tu estabas echada, me acerqué a ti y te fuiste sin mirarme una segunda vez.
Mis recuerdos con tres años se limitan a eso y aunque no se en que momento pude tenerte entre mis brazos... con cuatro años yo ya tenía conmigo.
Casi todos los días me pasaba varias horas contigo, te acariciaba y jugaba contigo con aquel ovillo de lana de color azul marino. Recuerdo cuando una vez bajé a verte y mi abuela me dijo que me acercara... estabas tú y cuatro gatitos tan pequeños que parecían ratoncitos, tenían muy poco pelo y los ojos sin abrir.
Y ahora... ahora se que cuando abra esa puerta tu no me vendrás a recibir, que no volveré a verte bajar las escaleras de esa manera tan cómica que tenías, no volverás a colarte en casa porque a mi madre se le olvidase cerrar la puerta, cuando se vuelvan a ir mis padres no podré volver a cogerte y llevarte a casa para que pases la tarde conmigo, no volveré a oírte miagar; ese miaguido tan suave y dulce que tenías, cuando abra la ventana no volveré a verte ahí sentada o tirada tomando el sol, no volveré a ver tu carita que a veces realmente parecía que me sonreías, y... sobre todo... se que no podré volver a decir... Ransy.
Adiós mi amiga, te echaré mucho de menos.
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